viernes, septiembre 09, 2005

Hipótesis: George W Bush es uno de los presidente norteamericanos más negligentes, debido a su pobre capacidad de respuesta ante la crisis desatada por Katrina y sobre todo al desestimar informes del Pentágono y la CÍA, cuyos contenidos indicaban tres grandes problemas para EE.UU: un ataque terrorista, un desastre climático en suelo americano y un gran terremoto en San Francisco. Desde que Bush asumió la presidencia se han cumplido dos de estos problemas.

George W. Bush:
El Presidente Ausente
El actual presidente estadounidense, después de la crisis interna provocada por el huracán Katrina, enfrenta uno de sus peores momentos. Su popularidad descendió al 41%, a la vez que cientos de norteamericanos piden su destitución, debido a la pobre y lenta reacción del gobierno ante una de las crisis internas más serias que ha tenido que enfrentar EE.UU.



En los últimos días hablar de Bush se ha convertido en uno de los temas más candentes para los norteamericanos y los medios de comunicación. Algunos lo tildan, después de los efectos del huracán Katrina, como un mandatario ausente, mientras que otros van más lejos al acusarlo de racista (por su despreocupación sobre la comunidad afroamericana). Su tardía reacción ante los damnificados de Nueva Orleans produjo un descontento generalizado, lo que se manifestó en una abrupta caída en su popularidad, la que llegó hasta el 41% (el resultado más bajo desde que comenzó su segundo periodo presidencial en 2004). La indignación aumentó cuando se supo que informes provenientes de la CIA y del Pentágono, entregados cuando Bush llegó al poder durante su primer periodo como mandatario (2000), ya habían advertido sobre un posible desastre natural similar al originado por Katrina. En aquellos documentos también se mencionó la posibilidad de un ataque terrorista en suelo norteamericano, lo cual fue desestimado por la Casa Blanca algunos meses previos a la tragedia de septiembre 11. Ante estas revelaciones la opinión pública reaccionó en forma airada, debido a las débiles políticas de seguridad que Bush ha implementado en su gobierno.
John F. Kennedy era, a principio de los sesenta, una de las personalidades más carismáticas y queridas que han llegado al Salón Oval. Fue reconocido como un pacifista y también simbolizó la figura de un estadista tanto para partidarios como para adversarios. En cambio, a Bush, un texano tosco e hijo del ex.-presidente George Bush, lo han criticado tanto como a Richard Nixon. Para los estadounidenses una de las figuras más polémicas y trágicas fue Nixon, quien tocó fondo al renunciar a la presidencia, debido al escándalo de Watergate. La figura del dimitido mandatario comparte ciertas similitudes con la de Bush. La intervención militar en Irak ha sido un dolor de cabeza para el actual presidente (como lo fue Vietnam para Nixon), cuyo saldo han sido los continuos decesos de tropas norteamericanas. Las actuales causas de la lenta ayuda a las víctimas de Nueva Orleans y de otros estados como Missipi y Alabama se pueden encontrar en el alto costo de la Guerra en Medio Oriente. A Bush se le acusa de malgastar recursos del Congreso en la mantención de las tropas de su país en suelo iraqui, en vez de destinar fondos, de suma urgencia, a los estados afectados por el huracán Katrina.
Hoy Bush asegura a sus compatriotas que tras el 11-S y Katrina, EE.UU. es un lugar que está preparado para superar cualquier desafío. Sin embargo, la rápida aceptación de ayuda, de parte de la comunidad internacional, indican que las autoridades en Washington no han podido ocultar la crisis interna que afecta a la autoproclamada “tierra de la libertad” y que alcanza mayor notoriedad en el aprieto energético, aspecto ejemplificado en el alza histórica del barril de crudo (64,49 dólares).
La controversia ha ido en aumento con las revelaciones del periódico Washington Post. Este medio reveló que los ocho principales miembros responsables de la FEMA -la agencia federal de emergencia- carecen de preparación ante desastres naturales y que la obtención de estos cargos se originó en los lazos políticos con Bush. Según una encuesta del Centro de Investigaciones PEW, el 67% de los norteamericanos considera que su presidente pudo haber previsto la tragedia, además de haber agilizado las operaciones de rescate en Nueva Orleans. Incluso, el ex secretario de Estado, Colin Powell se sumó a las críticas al señalar que todos los niveles del gobierno actuaron en forma inadecuada. Frente a estas objeciones y ataques, Bush sólo se defiende con frases prefabricadas. La más célebre sigue siendo que EE.UU. es una nación que continúa en guerra. Así, el sucesor de Bill Clinton reitera viejas tácticas las que se escudan en la lucha contra el terrorismo.

Fahrenheit 9/11

En el premiado documental de Michael Moore, uno de los principales líderes de opinión contrarios a Bush, se muestra a un presidente parsimonioso, falto de carisma y más preocupado de sus vacaciones en Campo David que de otras cosas. Cuando el primer avión impactó en una de las Torres Gemelas, en 2001, Bush había asistido a una escuela pública. Debieron pasar varios minutos para que el presidente pusiera termino a su visita y se dirigiera al Air Force One, para coordinar la crisis causada por terroristas de Al Qaeda. Desde ese momento, según el teólogo y biblista estadounidense Juan B. Stam, Bush ha propiciado el sentido mesiánico de su administración, si bien su “estilo cowboy” ha perdido fuerza desde que fue reelegido como presidente.
En Nueva Orleans se han encontrado más de 250 personas fallecidas, pero algunos informes estiman que aquélla cifra pueda aumentar a miles de muertos. Bush no ha logrado solventar la crisis, más aún después de conocerse un estudio que indicaba las fallas de los diques en la otrora cuna de la fiesta del Mardi Grass. La situación es complicada para la Casa Blanca y más para uno de los hombres más poderosos del mundo, quien comienza a flaquear ante los gritos de cientos de sus compatriotas que pretenden conseguir la destitución del cuadragésimo tercer presidente de una nación temida por muchos, pero que no logró acallar la fuerza del viento ni la del agua.